El suelo es un recurso natural que necesita de un largo periodo de tiempo para su formación, lo que hace que se le considere como un recurso natural no renovable. Por ello, es muy importante su conservación y, en caso de deterioro, restaurar suelos degradados cuanto antes, ya que, si se pierde el suelo y queda la roca madre al descubierto, se produciría la desertización.
Además, la degradación del suelo, contribuye al calentamiento global a la aceleración del cambio climático, ya que al dejar de ser fértiles, los suelos no almacenan CO2 ni retienen agua, perdiéndose todo hacia la atmósfera. Asimismo, los suelos degradados son un gran problema para la agricultura de todo el mundo, favoreciendo el aporte de fertilizantes por parte de los agricultores. En el planeta, hay más de 2000 millones de hectáreas de suelos degradados que podrían restaurarse. De hecho, los expertos consideran que esto es tan importante como impedir la deforestación.
Sin entrar en detalle en los distintos tipos de degradación del suelo, la destrucción y el deterioro de los suelos se manifiesta en la pérdida de cobertura vegetal o en el descenso de la productividad agrícola, junto a cambios en sus características físicas, químicas y biológicas, lo que incrementa su vulnerabilidad frente a agentes erosivos. Un suelo maduro mantiene un equilibrio delicado entre todos sus componentes, cuando este equilibrio se rompe, se desarrollan procesos que tienden a la disminución de la calidad del suelo y a su deterioro y destrucción.
Las causas de la degradación del suelo pueden ser varias, pero muchas coinciden con la sobrexplotación del suelo para fines agrícolas por parte del hombre. Y dicha destrucción del suelo, conlleva la pérdida de sus servicios como recurso, como la fertilidad, la provisión de alimentos y agua, la reducción del riesgo de desastres naturales, etc. Por ello, es muy importante su cuidado y conservación, y, en caso de deterioro, aquí os explicamos cómo lograr la recuperación de suelos degradados.
Acuerdos y alianzas internacionales para la restauración de bosques. El Reto de Bonn
Desde 2015, el proyecto global “Reto de Bonn”, trabaja para replantar 350 millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas para 2030. Además, sus impulsores han presentado el primer protocolo mundial para seguir el progreso de la iniciativa (barómetro de Bonn) y para ayudar a los países a cumplir sus compromisos.
En primer lugar, el continente más afectado y con mayor potencial de mejora es África. Este continente tiene 700 millones de suelos degradados y sólo la erosión del suelo la pérdida de nutrientes en tierras de cultivo le cuesta un 3% de su PIB anual. Así pues, mediante este proyecto y la Unión Africana, los Gobiernos de este continente se han propuesto restaurar suelos degradados.
Al otro lado del Atlántico, otra región especialmente frágil a la degradación del suelo es Centro América. En concreto, El Salvador está considerado “uno de los países más vulnerables del mundo al cambio climático, y más de un 95% de su población está expuesta a desastres naturales, así como cerca del 90% de su agua dulce está contaminada”, según indica Lina Pohl, su ministra de Medio Ambiente. Por ello, El Salvador ha lanzado un Plan Nacional de Restauración 2018-2022, para restaurar la mitad de sus paisajes.
Jamaica, que se encuentra en la misma situación que El Salvador, también se ha propuesto recuperar los bosques en la zona costera e intermareal, donde abundan los manglares, los cuales tienen numerosos beneficios. Por su parte, Ecuador y Colombia, han aprobado ambiciosos planes nacionales de restauración de suelos degradados, y en cuanto a Estados Unidos, ya ha restaurado 12.3 millones de hectáreas destruidas.
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Asimismo, en la costa atlántica de Brasil, una coalición de más de 260 grupos de investigadores, organizaciones sin fines de lucro, agencias gubernamentales y empresas privadas, se han comprometido a restaurar 15 millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas para el año 2050.
No obstante, los expertos del Reto de Bonn, destacan que lo que hacen no se trata solo de plantar árboles, sino de transformar la relación entre las personas y la naturaleza. Según el contexto local, restaurar suelos degradados se puede llevar a cabo de varios modos: se pueden recuperar los bosques naturales, mediante plantaciones o regeneración natural (en algunos casos incluso se pueden plantar bosques productivos para la explotación de productos como la madera); o se pueden establecer árboles en entornos agrícolas, integrándolos en cultivos o sistemas de producción ganadera.
Además, indican que “los países también deben identificar los lugares donde esas actividades pueden alcanzarse con la mejor relación costo-eficiencia y definir un mapa de áreas prioritarias, por ejemplo, las pendientes pueden tener menor costo de oportunidad en términos de ser ocupadas por actividades de restauración y a su vez mayor capacidad de recuperación que las áreas planas.” Y también sería conveniente proveer incentivos económicos a los agricultores u otros propietarios de tierras, según los investigadores. Estos podrían incluir pagos por servicios ambientales o el desarrollo de mercados para productos forestales maderables y no maderables en áreas de restauración, o asistencia técnica para la reforestación.
Por otro parte, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), dieron a conocer dos iniciativas enfocadas en restaurar suelos degradados, desarrolladas por organizaciones internacionales de investigación: el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo (CIRAD, por sus siglas en francés), y el World Resources Institute (WRI).
La iniciativa del CIRAD consistió en un programa internacional de investigación con el objetivo de mejorar el contenido en materia orgánica y propiciar la captura de carbono en los suelos mediante el uso de prácticas agroecológicas, la preservación y la restauración de suelos degradados y el fortalecimiento de las innovaciones con políticas públicas oportunas y apropiadas. Mientras que la iniciativa del WRI, busca restaurar 20 millones de hectáreas en América Latina mediante el silvopastoreo, la agroforestería, la reforestación y la promoción de la agricultura sostenible baja en carbono, entre otras medidas.
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Técnicas sostenibles para la recuperación de suelos degradados
En este apartado, os vamos a contar y proponer diferentes técnicas ecológicas o sostenibles exitosas para recuperar suelos degradados.
Para tener una biología saludable del suelo, se deben considerar cuatro factores principales: el balance mineral, los niveles de carbono, las estructuras y la ausencia de residuos tóxicos.
En primer lugar, es necesario realizar tratamientos conjuntos del suelo y de las plantas que se vayan a replantar para incrementar su resistencia ante las condiciones ambientales adversas. En este sentido, la aplicación de una enmienda orgánica junto al uso de micorrizas, pueden ser unas buenas herramientas para la recuperación de la estructura y la capacidad biológica del suelo, permitiendo frenar la erosión.
Una enmienda orgánica promueve el desarrollo de reacciones químicas, físico-químicas y procesos microbiológicos. Estas reacciones conducen a modificaciones en las características físicas del suelo, lo que se manifiesta en aumentos de la capacidad de retención de agua, infiltración, porosidad y estabilidad estructural. Para obtener una enmienda orgánica ecológica, se puede echar mano de un Compost hecho por uno mismo.
Por su parte, las micorrizas hacen referencia a la asociación establecida entre hongos y raíces, considerada como una simbiosis mutualista multifuncional, cuyos efectos no se restringen sólo a la nutrición de los cultivos, sino que incluyen también beneficios en términos del uso sostenido del suelo y la conservación de la diversidad biológica. Dicho esto, los hongos formadores de micorrizas o micorrizógenos, son uno de los principales grupos de microorganismos beneficiosos para mejorar el establecimiento y desarrollo de las plantas.
Relacionado un poco con la materia orgánica, un suelo con contenido óptimo de carbono, conservará los nutrientes de una forma no lixiviable, es decir, evitará que sean arrastrados por el agua. De hecho, con el aumento de sólo un 1% de carbono orgánico, se retendrán más de 140.000 litros de agua, lo que, a su vez, prolongará la vida de los cultivos y disminuirá la cantidad necesaria de riego y el desgaste de las capas freáticas. Dicho aporte de carbono, se puede llevar a cabo a través de las mismas enmiendas orgánicas, el establecimiento de praderas o mediante la cero labranza, que favorecen el secuestro de carbono por parte del suelo.
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Las praderas, gracias a sus grandes cantidades de biomasa que posteriormente se descomponen y se transforman en materia orgánica, logran un secuestro de altas cantidades de carbono. Mientras que la técnica de la cero labranza, favorece que el carbono permanezca en el suelo, en vez de transformase en CO2, al no arar el suelo y mantener una cubierta orgánica permanente. Asimismo, también hay que tener en cuenta toda la captura de CO2 que son capaces de realizar las plantas, donde destaca el árbol Kiri.
Por otra parte, la experta australiana Rhonda Daly, propone recuperar los microbios que aportan el funcionamiento el ecosistema del suelo. “El principio de la fotosíntesis es la forma natural de tomar dióxido de carbono de la atmósfera y convertirlo en azúcares (carbono líquido) que serán bombeados hacia el suelo. La planta cede el 30% de estos azúcares para alimentar la microbiología del suelo, la que a su vez suministra nutrientes a la planta a través de redes de hongos beneficiosos en la cantidad y momento correcto”, comenta.
En cuanto a otras propiedades químicas de los suelos, la corrección del pH es otra técnica necesaria en muchos casos para recuperar suelos degradados, lo cual se lleva a cabo a través del encalado. “Las plantas que están en suelos demasiado ácidos suelen tener problemas de toxicidad de aluminio, lo que, entre otras cosas, lleva a que se disminuyan los rendimientos. El carbonato de calcio busca neutralizar la acidez del suelo y subir su pH, con lo cual se logra una mayor fertilidad”.
Y con respecto a nutrientes, también se suele contemplar la mejora del nivel de fósforo y de nitrógeno del suelo. Para este último elemento, para no recurrir a fertilizantes, se proponen utilizar plantas fijadoras de nitrógeno, como leguminosas, las cuales establecen una asociación con microrganismos fijadores de nitrógeno del suelo, así como con hongos. Además, los árboles fijadores de nitrógeno, también son capaces de reciclar importantes cantidades de materia orgánica y nutrientes a través de la descomposición de las hojas que caen al suelo.
Finalmente, para el caso de suelos contaminados con metales, también se puede recurrir a plantas fitorremediadoras para recuperar suelos degradados de forma ecológica. Asimismo, siempre es fundamental educar a los productores o agricultores sobre los principios de la salud del suelo y unas buenas prácticas.
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Cómo restaurar suelos degradados después de incendios
Uno de los principales factores responsables de la degradación y pérdida de suelo desde hace muchos años, son los incendios forestales. En el caso concreto de restaurar suelos degradados por incendios, investigadoras del Departamento de Bioquímica del Suelo del CSIC de Galicia, indican que es muy importante proteger la capa de cenizas porque está cargada de nutrientes y va a ser la base para regenerar el suelo; así como repoblar el suelo antes de que caigan las primeras lluvias.
Teniendo eso en cuenta, tras un incendio forestal se desarrollan unos objetivos y una secuencia temporal bien definidos, con acciones inmediatas, a corto, medio y largo plazo. Así, en primer lugar, es necesario evaluar la necesidad de la toma de medidas urgentes para proteger el suelo y priorizar las zonas de intervención.
Las primeras medidas han de orientarse hacia la regeneración rápida de la cubierta vegetal, la fijación de la capa de cenizas y la retención de nutrientes, la mejora de la estructura del suelo y la regeneración de los microorganismos del suelo. Con este objetivo, pueden utilizarse las siguientes técnicas de recuperación de suelos quemados:
- Retirar la madera quemada con cuidado: la madera quemada no sólo sirve de obstáculo para la reforestación del terreno, sino que además puede generar plagas de insectos, algo que puede llegar a ser muy perjudicial para un terreno ya de por sí deteriorado. No obstante, es posible que haya árboles quemados que tengan partes vivas y que, por lo tanto, puedan regenerarse por sí mismos, por lo que hay que prestar atención a éstos, para que no sean eliminados.
- Proteger el suelo con una cubierta vegetal temporal: los árboles y arbustos actúan como un manto protector del suelo frente a las lluvias. Un terreno que ha sido asolado por las llamas carece de esta protección natural, por lo que la lluvia cae directamente sobre la tierra. Esto hará que las vías de escape de agua que presenta el terreno de forma natural, se modifiquen por la erosión que la lluvia imprimirá sobre el terreno, lo que puede provocar inundaciones. Por otro lado, las semillas sanas que hayan podido quedar diseminadas por el suelo se perderán, minimizando las posibilidades de repoblación natural del bosque. Por ello, resulta vital cubrir el suelo con un ‘manto’ natural de vegetación, mismamente sembrando a voleo una mezcla de leguminosas y gramíneas.
- Inocular microorganismos: como ya hemos comentado, los microorganismos y los hongos, promueven el desarrollo de la vegetación, por lo que también son útiles para restaurar suelos degradados por incendios.
- Acolchado de paja u otros materiales: también con el fin de proteger el suelo frente a la erosión, el acolchamiento de paja (mulching), corteza o astilla de eucalipto, también son buenas medidas.
Las acciones a medio plazo para restaurar suelos degradados por incendios, conocidas como tratamientos de rehabilitación, se desarrollan normalmente entre 1 y 3 años después del incendio, centrándose básicamente en mitigar los daños producidos en los sistemas afectados y acelerar su recuperación. Estas acciones, incluyen ayudas a la regeneración natural post-incendio de las masas quemadas, como tratamientos de clareo o eliminación de competencia del matorral, nuevas plantaciones, recuperación de bosques autóctonos y formaciones ripícolas, reparación de infraestructuras, etc.
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Por último, las acciones de restauración post-incendio, se acometen en un plazo superior a 3 años, y tienen como objetivo una verdadera restauración ecológica (sistema suelo-planta), en el sentido de recuperar la integridad del ecosistema o, al menos, sus aspectos más relevantes en términos de composición, estructura y funcionamiento, teniendo en cuenta también su autorregeneración y sostenibilidad, y la gestión forestal asociada.
Cabe indicar que la recuperación de la mayor parte de las propiedades de los suelos afectados por incendios puede tardar, en casos favorables, entre 1 y 5 años y, en las condiciones más desfavorables (suelos situados en zonas con mucha pendiente y/o con destrucción total de la materia orgánica), la restauración de la vegetación puede incluso no llegar a producirse nunca debido a la pérdida total del suelo y afloramiento de la roca.
¿Qué puedes hacer tú para ayudar a restaurar bosques quemados?
Finalmente, os dejamos estos consejos para ayudar a recuperar suelos degradados por incendios y reforestar los bosques quemados, ya que el cuidado del planeta es trabajo de todos.
- No pises las zonas afectadas: después de un incendio, lo más urgente es proteger el suelo y aminorar su erosión. Por eso, las instituciones públicas, los bomberos y las organizaciones ecologistas advierten que no se debe pisar las zonas incendiadas ni circular con vehículos motorizados hasta recibir autorización.
- Ayuda a limpiar el terreno quemado con atención: retirar la madera quemada es una fase fundamental del proceso de recuperación del bosque, puesto que la vegetación dañada puede pudrirse y atraer a plagas de insectos que afectarían muy negativamente a la zona. Sin embargo, el Centro de Investigación sobre la Desertificación, explica que no todos los restos calcinados deben ser retirados, ya que en muchos casos los arbustos y ramas muertas pueden servir de ayuda para proteger el terreno y la fauna del lugar. Para determinar cuáles de estos restos naturales pueden ser útiles, es necesario el asesoramiento de especialistas en ingeniería forestal.
- Sigue la planificación de las autoridades: reforestar las zonas calcinadas no es una labor inmediata, sino que requiere «establecer calendarios realistas y planificar los requisitos financieros», de acuerdo a la FAO. Según la última actualización de la Ley de Montes, esta competencia corresponde a los gobiernos autonómicos, los cuales deciden qué medidas llevar a cabo para repoblar el bosque y en qué plazos, atendiendo a la naturaleza del incendio y a las características del terreno.
- Aprende a sembrar sin perjudicar al bosque: la siembra de semillas por parte de personas inexpertas puede ser contraproducente para la reforestación. Y es que los métodos tradicionales de siembra, son poco efectivos para la recuperación del bosque, ya que tras un incendio, el suelo no absorbe el agua de lluvia y, por lo tanto, arrastra las semillas.
- Ayuda a recuperar la estructura forestal y vela por los bosques: durante el período de reforestación, se puede aprovechar para recuperar cortafuegos, caminos y puestos de vigilancia forestal, adelantando así la estructura del bosque que surgirá sobre las cenizas y contribuyendo a evitar nuevos incendios. Igualmente importante, es realizar un seguimiento continuo de los espacios rehabilitados y llevar a cabo actividades de mantenimiento para garantizar la sostenibilidad de la futura estructura del bosque, siguiendo las indicaciones de los profesionales encargados de custodiar los espacios naturales.
Fuentes: El País, Canales Sectoriales Interempresas, Campo Galego y Europa Press