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Actualizado el domingo, 9 mayo, 2021

Descubren un rápido enverdecimiento en la Antártida por crecimiento de musgo, relacionado con el aumento de las temperaturas

Tal y como ya veíamos en el artículo sobre la selección natural de las especies y el cambio climático, la Antártida presenta “islas de vida” con musgo, liquen, hongos, algas y pequeños organismos, en zonas que antes estaba cubiertas por el hielo y que ahora quedan al descubierto, y dicho enverdecimiento es debido al aumento de las temperaturas por el cambio climático. Esto es lo que ha investigado un grupo de científicos de la Universidad de Exeter, la Universidad de Cambridge y el British Antartic Survey, los cuales señalan que este de momento pequeño manto verde, se irá extendiendo, y con el vendrán nuevos organismos.

Cabe indicar que este estudio amplía otro que realizaron estos mismos investigadores en 2013, que se había centrado en un lugar con musgos en el extremo sur de la Península Antártica. Entonces, habían documentado un cambio ecológico sin precedentes en ese lugar del planeta debido al calentamiento global, y ahora lo han ampliado a cinco zonas y han confirmado que esos cambios son generalizados y ocurren en toda la Antártida.

Durante el estudio, los investigadores agujerearon cinco bancos de musgo localizados en tres islas cercanas a la Península Antártica, en el oeste del continente helado. Por las extremas condiciones de la región, los musgos o briófitos se conservan durante milenios, aunque sean convertidos en turberas o atrapados en el permafrost. Eso convierte al musgo en un testigo excepcional de los tiempos pasados.

“Hay pocos registros biológicos en la Península Antártica disponibles para estudiar la respuesta ecológica al cambio climático. Algunos estudios han analizado los cambios en la distribución de las dos únicas plantas vasculares que viven allí, pero solo en unas pocas localizaciones”, dice el geógrafo de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y principal autor del estudio, Matthew Amesbury. “Los bancos de musgo crecen a lo largo de toda la península, entre los 60º y los 69º sur, y algunos tienen más de 4.000 años de antigüedad, por lo que ofrecen un registro continuo sobre una amplia zona”, añade.

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Amesbury y sus colegas extrajeron muestras de musgo desde 150 años para atrás, donde encontraron que, después de un siglo de relativa calma, la vida empezó a agitarse después de 1950. Así, detectaron un repentino crecimiento vertical del banco de musgo, un aumento de la masa vegetal acumulada y la expansión horizontal de la cubierta vegetal. Este fenómeno está siendo generalizado, al menos en la Península Antártica. Las distintas muestras se recogieron a lo largo de un corte transversal de más de 600 kilómetros y, aunque la explosión del musgo no ha sido simultánea, sí se ha producido en las cinco zonas estudiadas en un lapso de apenas una década. Además, el enverdecimiento ha favorecido también un aumento de la cantidad y diversidad de otros organismos como protistas (amebas) y bacterias.

La causa de este enverdecimiento de la Antártida parece ser el cambio climático. A diferencia de lo que sucede en el Ártico, donde el deshielo es generalizado, en el polo sur, el impacto está siendo desigual, ya que mientras que en el interior del continente aún no se perciben grandes cambios, en la región occidental el deshielo se está acelerando. “En la segunda mitad del siglo XX, la Península Antártica fue una de las regiones del planeta donde se aceleró más el calentamiento, con aumentos de la temperatura de cerca de 0,5º por década“, recuerda Amesbury. “En ese mismo periodo de tiempo, nuestros resultados muestran grandes cambios, como un aumento entre cuatro y cinco veces del ritmo de crecimiento del musgo y el incremento de las poblaciones microbianas”, añade.

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Los registros meteorológicos en las estaciones científicas establecidas en la Península Antártica, muestran la evolución de las temperaturas en esta zona desde mediados del siglo pasado. El análisis de muestras de musgo permite ampliar estos datos y contrastar su evolución temporal. Así pues, los resultados indican que la actividad biológica del musgo se ha acelerado en respuesta al aumento de la temperatura y que, de seguir por el mismo camino, amplias zonas de la Península Antártica pueden enverdecerse en las próximas décadas.

Sin embargo, no parece tan probable que este reverdecimiento se extienda a la parte oriental del continente, donde su elevación media de 2.000 metros hará que los cambios allí ocurran más despacio; pero Dan Charman, colega de Amesbury en Exeter y coautor del estudio que se ha publicado en la revista Current Biology, sostiene que si la temperatura sigue subiendo y con la superficie libre de hielo en aumento por la retirada de los glaciares, “la península Antártica será un lugar mucho más verde en el futuro”.

Fuentes: El País, La Vanguardia y ABC

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