
En plena crisis climática, el sector de la construcción y la planificación urbana enfrenta una responsabilidad urgente: reducir su huella ambiental. Frente a esta realidad, tres tendencias están marcando un antes y un después en la forma en que se diseñan y gestionan los entornos urbanos: las Smart Cities, el estándar Passive House y la metodología BIM. Todas ellas comparten un mismo objetivo: minimizar el impacto sobre el planeta y fomentar un modelo de desarrollo más limpio, eficiente y sostenible.
Smart Cities: tecnología para reducir emisiones
Las Smart Cities (ciudades inteligentes) apuestan por una gestión inteligente de los recursos urbanos para reducir el consumo energético, las emisiones contaminantes y la presión sobre el medio ambiente. Gracias al uso de sensores, redes de datos y sistemas de análisis en tiempo real, estas ciudades pueden optimizar la movilidad, reducir el uso innecesario de energía, mejorar la gestión de residuos y promover fuentes de energía renovable.
Todo ello, contribuye a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, permiten implementar políticas de urbanismo verde más efectivas, como la ampliación de zonas peatonales, la integración de infraestructura verde y la creación de espacios urbanos más saludables y resilientes.
Passive House: viviendas que consumen casi nada
El estándar Passive House (Passivhaus o casa pasiva) es sinónimo de eficiencia energética extrema. Estas viviendas están diseñadas para consumir hasta un 90 % menos energía que una vivienda convencional, gracias al uso de materiales con alto aislamiento térmico, un diseño bioclimático, ventilación mecánica controlada y la captación de energía pasiva.
Esto no solo se traduce en confort para el usuario, sino también en una drástica reducción de las emisiones asociadas al uso del edificio, que suponen uno de los principales focos de contaminación en las ciudades. Además, al necesitar menos energía, estas construcciones están mejor preparadas para integrarse con fuentes renovables, lo que acelera la descarbonización del entorno construido.
BIM: diseñar mejor para construir con menos impacto
Aunque menos visible para el ciudadano, la metodología BIM (Building Information Modeling o Modelado de Información para la Construcción) es clave para minimizar el impacto ambiental desde el diseño y la planificación de los proyectos. Esta metodología, que tal y como destaca Borja Sánchez Ortega, Director de Proyectos y Director del máster BIM mejor valorado en Internet, el Máster BIM Manager Internacional (+IA y VR) de la consultora especializada Espacio BIM (www.espaciobim.com),“centraliza toda la información de un proyecto (geométrica, documental, etcétera) en un modelo digital desarrollado por todos los agentes que intervienen”; permite simular, prever y corregir problemas antes de que ocurran en la obra, lo que reduce desperdicios, evita errores constructivos y disminuye la generación de residuos.
Además, BIM permite evaluar el impacto ambiental de los materiales y sistemas antes de construir, facilitando el uso de soluciones más eficientes y de menor huella ecológica. Y una vez finalizado el edificio, BIM es una herramienta clave para gestionar el mantenimiento y optimizar el consumo energético durante toda su vida útil.
Hacia un entorno urbano bajo en carbono
La combinación de Smart Cities, Passive House y BIM no solo responde a las exigencias de un mercado en transformación, sino que marca un camino realista y efectivo hacia la sostenibilidad urbana. Gracias a estas estrategias, es posible construir ciudades más limpias, eficientes y resilientes, capaces de reducir su impacto ambiental sin renunciar al confort ni al desarrollo económico.
Hoy, más que nunca, el futuro del planeta pasa por repensar cómo construimos y habitamos nuestros espacios. Estas tres tendencias no son solo herramientas técnicas, sino aliadas fundamentales en la lucha contra el cambio climático.

